No es amor, es trabajo

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Abstract

Históricamente, la acumulación originaria de bienes solo ha podido lograrse a través de la violencia, en particular la violencia hacia las mujeres; es el planteamiento de feministas como Barbara Smuts y Silvia Federici.
Sus reflexiones han apuntado hacia un tipo muy sutil, casi invisible, de violencia doméstica, a decir, la naturalización de las labores domésticas, incluidas las referentes al cuidado de niños y adultos.
Este trabajo fundamental, invisible y rara vez remunerado, constituye en sí la piedra angular para la organización del trabajo en el mundo capitalista (representa un 25 % del PIB en México).
Y a pesar de ser esencial, se da por sentado. Más aún, su no remuneración, su estado de externalidad, favorece su condición de explotación. Incumplir con este rol de género, más que una liberación, parece ir en contra de la natura: mala madre, mala esposa, mala hija.
Una vez fuera del hogar, las condiciones no son mejores, la equidad salarial es casi inexistente, y las ocupaciones de las mujeres son, en su mayoría, una reproducción de las labores del hogar. Esto sin contar que una mujer que trabaja fuera de casa no queda exenta de los trabajos del hogar, la también llamada doble o triple jornada.
Esta relación desigual frente al trabajo remunerado no hace sino agrandar la dependencia, que trae consigo la imposibilidad de concebir una separación, lo que a su vez aumenta el riesgo de violencia en una relación.
Es necesario dejar de ver este trabajo como una muestra de amor (y a las mujeres como naturalmente capacitadas para este) y reconocerlo como tal, redistribuirlo, educar desde la equidad y sobre todo buscar legislaciones que fomenten relaciones corresponsables.
Original languageEnglish
PublisherDominio Medios
Publication statusPublished - 14 Sept 2019

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