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Todos hemos tenido alguna transición en nuestras vidas, ya sea porque cambiamos de empleo, de estado civil, del lugar donde vivimos, de grado académico, de profesión, entre muchos otros procesos que marcan un cambio o evolución en la vida.
La Real Academia Española define transición así: “Transición, del latín transitio, es la acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. Por lo general se entiende como un proceso con una cierta extensión en el tiempo. La transición supone una especie de etapa no permanente entre dos estados.”
Esta definición aparentemente simple, tiene dos puntos que llaman la atención. Si la transición es un proceso, entonces tiene etapas, y no necesariamente supone una, como lo indica el enunciado de la definición. De hecho, los estudiosos del tema indican que una transición tiene tres etapas: 1) la culminación, 2) la zona neutral y, 3) el nuevo principio.
Esto hace sentido, pero también hace falta algo. Y es que en realidad, se puede pensar que la zona neutral no es del todo “neutral”, ya que está “salpicada de pasado”, es decir, de información obtenida previamente a través de la experiencia. En todo caso, es una zona de descubrimiento y transformación, ya que uno se descrubre o se transforma cuando acomoda cosas que terminan y vislumbra un futuro próximo.
El segundo punto interesante de la definición de transición es el asunto de lo no permanente, lo efímero, lo perecedero, la reflexión sobre su caducidad o el tiempo que dura. Y aquí no hay una respuesta determinada, lo que hace pensar que uno debe adentrarse en una transición con la idea cierta de que llegará a su fin, pero sin saber exactamente cuándo terminará (aún y cuando haya fechas límites por cumplir).
Bien podríamos decir que la vida entera es una transición constante, o por el contrario, y con una perspectiva más amplia de nuestro cosmos, afirmar que la vida entera no nos alcanza para vivir una verdadera transición.
Aprender del tema implica reconocer la importancia de la gestión de la transición, tanto en el ámbito personal como en el organizacional. Algunas consideraciones a tomar en cuenta para gestionarla son:
- La gestión de la transición es un proceso, por lo que, visualizar sus etapas y resultados esperados es fundamental.
- Una transición es temporal, finita, por lo que delimitar su alcance y duración fomentará que el cambio se dé oportunamente o cercano a lo esperado.
- El diálogo es la unidad básica de trabajo en la gestión de una transición, y la más importante. Cuidar el “qué” y el “cómo” en la comunicación, debe ser prioridad.
- La gestión de la transición requiere de liderazgo, y en el ámbito organizacional se debe pensar en el perfil y motivaciones de la persona que liderará la transición.
En una transición se muere y se nace, se despide y se da la bienvenida. La transición es el mecanismo básico a través del cual se produce el cambio. Es efímera por naturaleza, pero puede marcar una huella imborrable en nuestro crecimiento. Para ello es importante darle un sentido, estar conscientes del momento en el que se vive y hacerla deliberadamente útil y positiva, son los primeros pasos para otorgárselo. De esta forma, la actitud que se tenga hacia la transición incidirá directamente en la forma de gestionarla. Y usted, ¿cómo gestiona la transición que está viviendo ahora?
La autora trabaja como catedrática en la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey (UDEM) y forma parte del Sistema Nacional de Investigadores (CONACYT). Actualmente combina la docencia, con la investigación y la consultoría de negocios.
Period | 1 Dec 2022 |
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Title Transiciones Degree of recognition International Media name/outlet El Financiero Media type Web Country/Territory Mexico Date 1/12/22 Description Es el mecanismo básico a través del cual se produce el cambio. Producer/Author Agarzelim Alvarez Milán Persons Agarzelim Alvarez-Milan