La cultura política es una de las tareas pendientes en América Latina, pues es urgente la necesidad de cultivar una conciencia recta sobre conceptos comunes; democracia, elecciones, derechos, deberes, estado, gobierno y ciudadanos.
Hoy en día hace falta seguir educando y sembrando una cultura política que se afiance en la democracia y se aleje de los mesianismos populistas estériles, que solo terminan en dictadura.
Allí están las crisis de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que son un triste y lamentable referente, al respecto. Modelos autoritarios que no funcionaron, aunque la propaganda ideológica insista en romantizar el mal.
No están por encima del ciudadano
Entre esos conceptos, la conciencia del deber. Sorprende como los gobiernos se esfuerzan en hacer prevalecer sus derechos, como si ser electo conlleva a una serie de prerrogativas sopra civiles, por encima de los ciudadanos.
Y no, los gobiernos primero tienen el deber… Deber de velar por el bien común; deber de respetar la dignidad humana; deber de respetar y hacer cumplir los derechos humanos; deber de respetar las reglas de la democracia; deber de respetar al que piense distinto; y el deber de gobernar para quien no le apoya ni votó por él.
La distorsión es tal que incluso esgrimen la idea del derecho a reelegirse, aunque esté fuera de la ley. A esto se agrega el derecho a gobernar sin control de los otros poderes; el derecho a que la prensa no los cuestione; el derecho a que la opinión pública le favorezca; y así podríamos seguir con una serie de argumentos falaces y en el fondo, autoritarios y antidemocráticos.
El asunto es que se sigue concibiendo al gobierno por encima de los ciudadanos, lo que deviene en súbditos incapaces que tienen que ser atendidos en una relación “clientelar” que atrofia cualquier prospecto de desarrollo.
Para seguir leyendo, clic... Aquí.