Las tragedias humanas del siglo XX, a causa de conflictos políticos, siguen siendo relativamente recientes como para olvidarlas, o peor para repetirlas.
Cuando se piensa en la guerra, muchos creen que es un combate en selvas y desiertos, en el que dos fuerzas militares se enfrentan, pero allí está Ucrania, a la vista de todos. Un año cruento, en plenas ciudades, que han llevado a miles de personas a dejar sus hogares, sus vidas, su tierra, con el sabor amargo del dolor y la muerte.
Si se piensa en dictaduras, las tiranías caídas del siglo pasado parecieron lecciones aprendidas, pero allí están erigidos nuevos autócratas (al menos en Latinoamérica). Países en los que se niegan elecciones libres y pseudo líderes que son capaces de llevarse cualquier cosa por el frente, con tal de mantenerse en el poder.
Y no es un asunto de historia pasada, la vergonzosa condena a Mons. Rolando Álvarez en Nicaragua, el exilio de dos centenares de personas y el infame despojo de su nacionalidad, a la vista de todos, y con la tibieza ideológica de muchos.
Si se piensa en el exterminio, o en violencia desmedidas como torturas, la persecución a grupos vulnerables sigue siendo noticia, ya sea por raza, sexo, o religión, más de uno sigue pagando el alto precio de querer pensar disntinto, en un mundo en el que la bandera de la diversidad, es levantada por aquellos que solo quiere que todos piensen igual.
Así podría seguir la lista, porque en el fondo, la conciencia civil de la honestidad, del bien, del respeto, de la ética, de la libertad, sigue siendo materias pendientes.
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