Aunque suene paradójico, 65 años pueden seguir siendo motivos de novedad, y la Revista Vida Nueva es un ejemplo preciso de esto. Tantas ediciones, noticias, artículos y comentarios, durante este fecundo camino, tienen en el centro a Jesús, el mismo, ayer, hoy y siempre.
En lo personal, me alegra celebrar este aniversario de Vida Nueva, revista digital en el que tengo un blog quincenal, que con la ayuda del editor, el periodista y amigo, Ángel Morillo, hemos denominado Encontrados, en sintonía con el papa Francisco, en un mundo de desencuentros, nos pareció necesario tener un espacio para el encuentro.
Otro aspecto que me une afectivamente a Vida Nueva es el inmenso legado dejado por el gran José Luis Martín Descalzo, del que quisiera tomar algunas ideas que aparecen en un libro de Juan Cantavella, en el que comentan su legado literario, mientras sirvió como director de la revista (1968 – 1975).
La novedad responsable
Vida Nueva, con un periodismo serio, equilibrado, alejado de cualquier fanatismo o pretensión ideológica, pues “no estamos ante un periódico de partido”, asume como causa a Jesucristo, pero ni el periodismo ni la prensa son dueñas de la fe, ni menos de Jesús.
Un periodismo y un contenido de respeto, pues la persona humana no puede ser reducida a categorías sociales ni ideológicas, la dignidad inherente de la persona, que brota de la catequesis del Génesis debe seguir siendo la brújula deontológica. Un periodismo humano, para humanos.
Un editorial publicado en 1962, y asumido por Martín Descalzo, habla de este respeto a la persona, como consecuencia de la fe vivida y proclamada: “La preocupación de apostolado nos obliga a respetar las diferencias legítimas entre nuestros lectores”.
Contenidos para servir, para ayudar, para abrir y no cerrar, para acoger y no condenar, pero sobre todo un periodismo para la libertad de pensamiento, de la razón, de la conciencia, “libre de compromisos temporales (…) y garantía de independencia”.
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